Para entender un poco más sobre vejez me pareció
importante hacer hincapié en las diversas formas de vinculación de los adultos mayores.
Tomando en cuenta los niveles de
determinación cultural en los encuentros; los modos específicos de interacción
e intercambio y las redes sociales de apoyo. La noción de configuración
vincular describe tanto el modo en que se relaciona un sujeto con una persona,
objeto, institución o ideal, como la incidencia de ese vínculo en las
representaciones y significados (o figuras) sobre el sujeto. En este caso el
propósito es analizar los cambios que puedan emerger en dichas configuraciones
vinculares durante el envejecimiento. Caracterizado por su íntima
bidireccionalidad. El sentido del mismo deviene de la relación que se conforma,
y que a su vez es conformadora, tanto del sujeto como del otro.
La familia
Lacan (1991) sostenía que la organización familiar se caracterizaba por relaciones singulares que engendran obligaciones absolutas. Esta producción de vínculos, en el sentido que le otorga el derecho, se da con pocas personas con las cuales hay un amplio nivel de interdependencia. Uno de los ejes es el afectivo, ya que estas relaciones están cargadas de afectos intensos y ambivalentes, y el otro es el narrativo, ya que se tejen una serie de relatos sobre el grupo y su historia, que derivan en la atribución de roles y funciones. Ambos ejes se encuentran en continua interacción, cuestionando o afirmando los afectos y los relatos. Diversos estudios han puesto el acento sobre la conformación psicológica del sujeto a partir de la estructura familiar.
Lacan (1991) sostenía que la organización familiar se caracterizaba por relaciones singulares que engendran obligaciones absolutas. Esta producción de vínculos, en el sentido que le otorga el derecho, se da con pocas personas con las cuales hay un amplio nivel de interdependencia. Uno de los ejes es el afectivo, ya que estas relaciones están cargadas de afectos intensos y ambivalentes, y el otro es el narrativo, ya que se tejen una serie de relatos sobre el grupo y su historia, que derivan en la atribución de roles y funciones. Ambos ejes se encuentran en continua interacción, cuestionando o afirmando los afectos y los relatos. Diversos estudios han puesto el acento sobre la conformación psicológica del sujeto a partir de la estructura familiar.
La abuelidad
Aun cuando no existe un rol definido relativo a la función de ser abuelo, las tendencias actuales nos indican cambios en los modos de intercambio entre abuelos y nietos. Se promueve un rol menos demandante y disciplinario del abuelo, con menos constricciones de reglas y expectativas (Johnson 1988). Al mismo tiempo las normas culturales actuales pide que el abuelo no se entrometa en la educación ni en la imposición de límites a los niños. La constitución nuclear de las familias impone un orden de reglas más interno, donde incluso los abuelos aparecen por fuera. Por ello Johnson (1988) señala que la norma impone más el no debiera que el debiera. Las abuelas (en particular) no deberían interferir, dar consejos, ni disciplinar a los niños. Los abuelos no deben dominar, superponerse, o comprar el amor de sus nietos. Tampoco deben molestar demás ni decepcionarse si los nietos no devuelven los favores. Por otro lado, deben ser divertidos, cuidar y amar a los nietos, y deberían ayudar a los padres, proporcionando un servicio como niñeras. Aun hoy cuando observamos un verdadero cambio en los roles de los abuelos, éstos siguen funcionando como los perros guardianes de la familia ya que en muy diversas situaciones, cuando fallan los sistemas de protección de la familia nuclear, aparecen como los primeros cuidadores de los nietos. Uno de los casos más habituales surge ante la enfermedad, muere, divorcio o trabajo de la generación intermedia.
Aun cuando no existe un rol definido relativo a la función de ser abuelo, las tendencias actuales nos indican cambios en los modos de intercambio entre abuelos y nietos. Se promueve un rol menos demandante y disciplinario del abuelo, con menos constricciones de reglas y expectativas (Johnson 1988). Al mismo tiempo las normas culturales actuales pide que el abuelo no se entrometa en la educación ni en la imposición de límites a los niños. La constitución nuclear de las familias impone un orden de reglas más interno, donde incluso los abuelos aparecen por fuera. Por ello Johnson (1988) señala que la norma impone más el no debiera que el debiera. Las abuelas (en particular) no deberían interferir, dar consejos, ni disciplinar a los niños. Los abuelos no deben dominar, superponerse, o comprar el amor de sus nietos. Tampoco deben molestar demás ni decepcionarse si los nietos no devuelven los favores. Por otro lado, deben ser divertidos, cuidar y amar a los nietos, y deberían ayudar a los padres, proporcionando un servicio como niñeras. Aun hoy cuando observamos un verdadero cambio en los roles de los abuelos, éstos siguen funcionando como los perros guardianes de la familia ya que en muy diversas situaciones, cuando fallan los sistemas de protección de la familia nuclear, aparecen como los primeros cuidadores de los nietos. Uno de los casos más habituales surge ante la enfermedad, muere, divorcio o trabajo de la generación intermedia.
Nueva parejas en la vejez
Solemos pensar desde una perspectiva en la que los
cambios a nivel de la familia arrojaban a estos por fuera del campo de los
cuidados y de las ayudas, sin pensar en otras formas de agrupación en la que el
rol de la persona de edad no sea el de un objeto pasible de cuidados o en el
que los cuidados no sean brindados por los agentes “esperables” como eran los
familiares. Una de estas perspectivas tuvo que ver con las nuevas agrupaciones
de personas mayores en las que los amigos desarrollaban gran parte de los roles
tradicionales atribuidos a la familia. Las investigaciones realizadas en Estados
Unidos y Canadá (De Vries, 2000) fundamentalmente mostraban, en un gran
porcentaje, que los amigos eran incluidos en sudefinición de familia, aunque no
tuvieran obligaciones legales o relaciones formales. Las personas mayores
conformaban asociaciones solidarias de cuidado y apoyo entre amigos, de un modo
muy similar al que se produce entre la población más joven y en los grupos de
gays y lesbianas (De Vries, 2000). Las nuevas representaciones sociales dan
lugar a distintos recursos argumentativos para el desarrollo acciones y roles
que años atrás hubieran sido fuertemente condenadas para las personas de edad.
Las parejas conformadas en la vejez, sin que sean absolutamente generalizables,
parecieran abrir un campo que describe y valoriza una serie de variables
culturales actuales entre las que podríamos contar los cambios a nivel de la
familia, los nuevos significados acerca de la noción de edad, el valor social
de la autonomía y la nueva moral erótica.
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