La post-gerontología, aparece dentro de la gerontología
crítica, planteando un estudio político, cultural y ético acerca del
envejecimiento humano. La vejez se encuentra ordenada desde una política de
edades, que le asignará una significación particular en un contexto
determinado. Entiendo, por política de edades, al modo en que una sociedad ejerce
controles sobre el desenvolvimiento de los individuos con relación al concepto
de edad; de un modo análogo al que se realiza con el de género. Las políticas,
son aplicables según diversas técnicas tales como: el uso de la fuerza, la
educación y el disciplinamiento.
Este modo de pensar la gerontología supone considerarla,
tanto en su práctica como en su teoría, fundada sobre concepciones normativas
acerca del criterio de edad. Criterio que determinará lo que se designe por
vejez; el tipo de problematización que se realice, es decir el modo en que esta
será identificada, tratada y valorada, lo cual implicará a su vez, un tipo de
accionar disciplinario.
El pensamiento político en gerontología, tiene por lo
tanto, como base ideológica, la reflexión crítica y transformación de los
modelos de sujeción de la vejez y de los dispositivos etáreos; realizando un
estudio crítico sobre los modelos en los que se sostiene la gerontología
actual, ya sea por el excesivo biologicismo o por las tendencias
estratificantes.
La post-gerontología se ubica, dentro de los estudios
culturales, ya que en primera instancia implica dar cuenta de un fenómeno
cultural específico que remite a una narrativa social y a un momento histórico,
en el cual se operan las políticas de edades. Sí la vejez es entendida en
cuanto construcción, como parte de una política de las edades, será con el fin
de hacer evidente las determinaciones que llevan a dotar de poder, prestigio o
a valorar negativamente a cada grupo etáreo. Las mismas supondrán: un tipo de
divisiones y modos en que estas sean significadas.
Por intentar desacondicionar las formas diversas de
poder, este tipo de pensamiento tendrá una perspectiva ética que determinará su
accionar. Dicha perspectiva supone trabajar con la contingencia, es decir con
el hecho de que en la construcción social del envejecimiento, resulta necesario
especificar: qué representaciones de vejez rigen en ese contexto, cuál es el
sujeto producido, y por último, como autorreflexión del propio gerontólogo,
desde qué tipo de representación disciplinaria está actuando, lo
cual puede llevar a preguntarnos acerca de la pertinencia o
importancia estratégica de su especificación como un campo disciplinar. Por
ello, la post-gerontología, aparece como una respuesta política ante una
coyuntura cultural, que hace necesario este campo de conocimiento así como su
relativización. Teniendo como premisa la contingencia para el rediseño de una
política de las edades.
El viejo se construye
en diversos escenarios y es por ello que nuestras prácticas devendrán del
contexto específico y de la posición que el sujeto vaya asumiendo. Esta
relación de poder que se juega, abre paso a nuevas posiciones, las cuales
dependerán de la multiplicidad de las relaciones de fuerza, inmanentes y
propias del dominio en que se ejercen, y que son constitutivas de su
organización.La noción de post-
gerontología se inserta dentro de las corrientes post estructuralista y post
moderna en tanto supone, en este caso, desestabilizar al texto de la
gerontología y al sujeto construido por este relato, para desde allí
deconstruirlo, es decir conocer las bases que lo organizaron. Los contextos
sostenidos en discursos darán cuerpo a la producción de subjetividades, en la
que la gerontología no está fuera sino que propende y determina a la
misma.
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