El síndrome confusional agudo,
llamado también delirio, consiste en una alteración en el estado mental que se
caracteriza por ser aguda y reversible. El delirio es uno de los desórdenes
cognitivos más importantes en el anciano, tanto por su prevalencia como por su
implicación pronostica.
El desarrollo de un síndrome
confusional agudo puede ser el primer signo de fallo de la función cerebral,
además de poder ser la forma clínica de presentación de una enfermedad física
grave o aparecer como complicación seria de una enfermedad o de su tratamiento.
La falta de diagnóstico y tratamiento oportuno podría acarrear un daño cerebral
permanente o incluso la muerte.
El delirio tiene también
consecuencias importantes en los aspectos económico y social. Los enfermos con
confusión requieren mayor atención del personal sanitario, mayor y más
cuidadoso manejo de enfermería, y generalmente tienen ingresos hospitalarios
más prolongados. El enfermo agitado es de difícil manejo y tiene un mayor
riesgo de caídas y fracturas.
En el anciano el umbral de
confusión es mucho menor que en el joven y en los enfermos con demencia este
umbral es aún más bajo. Con frecuencia las personas mayores, especialmente
aquellos con cierto grado de demencia, desarrollan delirio en relación a una
patología aguda, muchas veces infecciosa. En ocasiones un estado confusional es
la única manifestación de un infarto en el anciano. El infradiagnóstico es
frecuente, lo que conlleva un gran riesgo, ya que se afectan principalmente los
más viejos y más enfermos.
El delirio en el anciano es un
síntoma, y por lo tanto, obliga a buscar la enfermedad de base desencadenante.
Hay que sospechar delirio ante todo paciente que presenta un rápido deterioro
en su estado mental.
El delirio aparece en personas
con enfermedades graves, por lo que no debe extrañar que se asocie a una alta
mortalidad. Además, la morbilidad a corto plazo es también mayor, se aumenta la
probabilidad de ingreso hospitalario y hay una mayor frecuencia de
complicaciones médicas y mayor riesgo de institucionalización. Es muy
importante hacer un diagnóstico precoz, porque con un tratamiento adecuado la
mayoría de los pacientes logran recuperarse satisfactoriamente. La edad
avanzada y una mayor duración de la enfermedad empeoran el pronóstico, llegando
a una mortalidad de hasta el 30%.
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