Aunque las personas mayores, por lo general, no suelen usar
las nuevas tecnologías, sobre todo las de soporte informático y telemático, no
lo hacen porque desconocen e ignoran las potencialidades que para ellos pueden
tener. Pese a este desconocimiento, las nuevas tecnologías de la información y
la comunicación gozan de buena opinión entre ellas y se muestran predispuestas
a intervenir en proceso de formación en su uso y utilidad. De este modo, parece
viable e interesante ofrecer a los mayores la oportunidad de mostrarles
–mediante una oferta ilusionante– las posibilidades de las mismas para la
mejora de la calidad de sus vidas, como formas de atender a sus necesidades y
enfrentarse a situaciones de aislamiento, dificultad de desplazamiento o de interacción
y comunicación. Los centros de día, las residencias o los centros de educación de
adultos, como lugares más usuales de asistencia cotidiana de estas personas,
podrían y deberían convertirse en lugares de formación y de facilitar el acceso
y el manejo de estos medios y posibilidades a estas personas. Para no seguir
descolgando a este colectivo de la participación y las posibilidades del mundo
actual, es imprescindible apostar por su formación y el acercar a ellos –de
manera fácil y “muy” económica– estos medios. Constituyéndose este en un campo
emergente de acción de educadores sociales y pedagogos, y por el que deben
implicarse las administraciones públicas.
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