La
piel es el mayor órgano del ser humano, ocupa aproximadamente dos metros
cuadrados y su peso apróximado es de 5 kg Con el envejecimiento, la capa
externa de la piel (epidermis) se adelgaza, aun cuando la cantidad de capas
celulares permanecen sin cambio alguno. La cantidad de células que contienen
pigmento (melanocitos) disminuye, pero los melanocitos que quedan aumentan de
tamaño, de modo que la piel envejecida aparece más delgada, más pálida y
traslúcida. Las manchas pigmentadas grandes (denominadas manchas por la edad ,
manchas hepáticas o lentigos y son extremadamente comunes después de los 40
años de edad y ocurren más a menudo en el dorso de la mano, el antebrazo, los
hombros, la cara y la frente, ya que son las áreas de más exposición al sol)
pueden aparecer en las áreas expuestas al sol. Los cambios en el tejido
conectivo reducen la resistencia y la elasticidad de la piel, condición que se
conoce como elastosis y es especialmente pronunciada en las áreas expuestas al
sol (elastosis solar). Esta condición produce la apariencia correosa,
deteriorada por la intemperie, común en granjeros, marineros y otras personas
que pasan gran parte de sus vidas al aire libre. Los vasos sanguíneos de la
dermis se vuelven más frágiles, lo cual a su vez provoca equimosis y sangrado
debajo de la piel, los angiomas en cereza que son masas cutáneas benignas ,
bastante comunes que varían en tamaño y cuya causa se desconoce. Estas masas se
pueden presentar casi en cualquier parte del cuerpo, pero generalmente se
desarrollan en el tronco. Las glándulas sebáceas producen menos aceite a medida
que se envejece. Los hombres experimentan una mínima disminución, por lo
general, después de los 80 años de edad, mientras que las mujeres producen
gradualmente menos aceite después de la menopausia, lo que puede hacer que sea
más difícil mantener la humedad de la piel causando resequedad y prurito. La
capa de grasa subcutánea, que facilita el aislamiento y la amortiguación se
adelgaza, incrementando el riesgo de lesionar la piel y reduciendo la capacidad
de mantener la temperatura corporal. Como hay menos aislamiento natural, en
clima frío se puede presentar hipotermia. Algunos medicamentos son absorbidos
por la capa grasa y la pérdida de dicha capa cambia la manera en que dichos
medicamentos actúan. Las glándulas sudoríparas producen menos sudor, haciendo
que sea más difícil mantenerse fresco y se incremente el riesgo de hipertermia
o de insolación. A medida que la persona envejece, se incrementa el riesgo
de que se produzcan lesiones en la piel, la cual se adelgaza, se vuelve más
frágil y pierde la capa grasa subcutánea. Además, se puede disminuir la
sensibilidad táctil, sensibilidad de presión, de vibración, calor y frío; de
esta manera, la piel envejecida corre un alto riesgo de lesionarse fácilmente.
La fricción o un tirón sobre la piel pueden causar desgarros de la misma y los
vasos sanguíneos frágiles se rompen fácilmente. Se puede formar moretones y
acumulaciones de sangre planas (púrpura) y elevadas (hematomas), inclusive
después de una lesión menor. Esto se observa principalmente en la superficie
externa de los antebrazos, pero puede ocurrir en cualquiera otra parte del
cuerpo. Los cambios en la piel y la pérdida de grasa subcutánea combinados con
la tendencia del individuo a ser menos activo, al igual que algunas
deficiencias nutricionales y otras enfermedades contribuyen a la aparición de
úlceras por presión. La auto-regeneración de la piel envejecida es más lenta
que la de la piel joven. La curación de una herida puede ser hasta 4 veces más
lenta, situación que contribuye a la generación de úlceras por presión e
infecciones. La diabetes, los cambios en los vasos sanguíneos, la disminución
de la inmunidad y los factores similares también afectan la curación. Algunos
de los signos de envejecimiento de la piel y las causas del mismo son: •Adelgazamiento
y arrugas: El adelgazamiento ocurre en la medida
en que disminuye la producción de células en la epidermis. La dermis también
puede tornarse más delgada y estos cambios en ambas capas hacen que la piel
parezca más como papel crepé y se arrugue. La piel envejecida se describe a
menudo como más similar al 'papel' • Pérdida
de la firmeza: La piel pierde firmeza al envejecer
porque produce menos elastina (fibras elásticas que le confieren flexibilidad)
y colágeno (fibras densas que le confieren fortaleza). Con estos niveles
menores de elastina y colágeno, la piel finalmente se rinde a las fuerzas de la
gravedad cayéndose y encorvándose. • Manchas
de la edad: Las células de la pigmentación que
contiene la epidermis (melanocitos) tienden a aumentar en ciertas áreas, en
particular en el dorso de la mano que ha estado expuesto al sol, y se agrupan
formando lo que se conoce como manchas de la edad. • Sequedad: La piel envejecida tiene menos
glándulas sudoríparas y oleosas. Esto puede hacer a la piel más propensa a
condiciones de sequedad como la aspereza y la picazón. Si bien es posible que
estos efectos nos ocurran a todos, la velocidad y el grado de envejecimiento de
la piel tienen en parte que ver con factores genéticos. Aún más significativa
es la influencia que ejercen los factores del estilo de vida.
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